LOCURA... Sin duda es un gran tema el de hoy, debo confesar, me supera su dimensión.
LOCOS… ¿Quiénes son? ¿Qué parámetros seguimos para calificarlos, señalarlos, reconocerlos?
LOCOS, seres fuera de “lo normal”.
¡Aha¡ LO NORMAL… Quizás es ese realmente el motivo de estas líneas.
¿Qué diablos es lo normal?
Seguir los esquemas establecidos por la sociedad que otros han inventado. Comportarse de acuerdo a las “normas” que dictan qué es y qué no es (¡tallarines!), lo correcto.
Seguir, autolimitarse a seguir, haciendo lo que finalmente nos anula, nos eclipsa y palimpsesta, desdibujando nuestra alma y nuestros sentidos. Autosacrificarnos para merecer un espacio en el mundo de los “normales”.
¿A qué dimensión del ser humano pertenece la normalidad? Al mundo de la razón, al hemisferio izquierdo que lidera nuestras funciones cognitivas… No fue Eistein un magistral científico y por décadas la “humanidad” lo llama cariñosamente “científico loco”. No son los locos los que usaron su energía para matar-se y matar-nos a todos de paso.
Viajemos en la historia, recuerdan a Galileo: “La Tierra se mueve”. Su agudeza científica y un desarrollado sentido de observación lo condenaron a la muerte… sí, señores normales, a la MUERTE.
En fin… ¿Cuántos locos en la historia han tenido razón? ¿Qué dicen de Jesús?
Seres anacrónicos, ex temporis, que sólo el paso del tiempo corona con el nombre de “maestros”, “genios”.
No es precisamente esto una gran locura del “género humano”.
Y el hemisferio derecho. Ese que tienen desarrollado los “artistas”. Sensación, intuición, creación… Cosas poco importantes en medio del capitalismo y el consumismo. Cuál es el aporte económico, qué $ganancias$ otorgan a las naciones y al mundo “los que sienten”.
Muchas veces comencé mis clases de Literatura asustando a la audiencia “La literatura es un arte, un arte que sirve para nada”. Mis alumnos definitivamente me creyeron loca, sí, loca, hasta que más de alguno comenzó a escribir… Único y verdadero fin de mis magistrales y “singulares” cátedras, enseñando nada.
Y aquí me tienen… en medio del vacío. En el origen, en el ombligo. Cambié un auto o un depa y un salario pa´ estudiar cosas… cosas que a pocos importan.
Es todo tan incierto, a veces caminando por Valdivia, de regreso a casa desde la U, me pregunto si es esto una “locura”.
A veces pienso si debí dejar todo, dejar-te, dejar-los, sólo por estas ansias de libertad que nadie calma.
¡Tallarines! Y si no lo hacía… seguiría en Santiago viviendo la convulsión y una vida normal, que no es precisamente algo que se inventó a mi medida.
Lo normal, y lo que me vuelve cada vez más normal es esta paz que siento cada mañana, lo normal son los colores que descubren mis ojos cada día, lo normal es fascinarme cada tarde con los árboles, el río, los lobos transeúntes, y los libros viejos de la biblioteca. Lo normal es permitirle a mi piel y a mi alma embriagarse de magia.
Somos nuestros propios jueces, y aunque no pueda convencerlos, lo saben… Lo sienten. Los ojos del mundo siempre juzgarán no sólo nuestros actos, también nuestros sentimientos. La sociedad es la que sabe qué debes hacer, qué trabajo te conviene más con quién debes andar, qué debes vestir para ser un ser “presentable”. Si resistes, serás un disidente, un antisocial, un extravagante, un artista, un marginado … No es malo, habemos algunos que nos autoexiliamos y aprendemos a reír y reír-nos.
Ay… el mundo de los normales
¡Por favor! ¡Desconfía!
Pensamiento, sentimiento, acciones…
Y grandes alas para volar es lo único que tienes.
Calma amigos… no pretendo tatuarme, teñirme rosa el pelo o agitar el orden público. No es esa la subversión que busco. Sólo vine a hacer, a ser lo que dicta mi intuición, mi única amenaza para el mundo es escribir...
(¡Cuidado! Está pagina es una bomba que estallará en cinco segundos).
Los extraño demasiado, gracias x aventurarse conmigo en esta nueva historia.
Ieiaiel.
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