Thursday, April 19, 2007


Delatar: (del latin delatus, acusado, denunciado) Hacer a alguien patente su intención involuntariamente.

Delatator: que delata o descubre o pone de manifiesto algo.

Corazón delator (segundo acto)
Imperceptible a la vista, oculto en lo profundo, sumergido en los sentidos… ahí está, palpita, estremece, despierta, anuncia agitado sus latidos y desde el submundo inconsciente emerge a las aguas de la conciencia.
Me encanta Cerati… lo sé, ya lo saben. Pero el encanto es más que la agitación y la pasión de sus letras. Sus textos transportan a la esencia de un hombre de sentidos profundamente agudos, una filosofía existencial, una cultura abrumante… siempre hay algo de intertextualidad en sus temas, imágenes, frases y motivos que, aquellos que hemos recorrido libros, sabemos descubrir. Una mezcla entre misticismo, literatura y naturaleza elemental- agua, fuego, tierra, aire- que se funden en imágenes exquisitas. Un poeta.

Agua que es océano, lluvia y fluidos, fuego que es siempre pasión, en fin… sólo hay que saber escuchar y aprender a descifrar sus deliciosos enigmas.
Así es como Corazón delator, un cuento de Edgar Alan Poe, se convierte en un motivo para Cerati y fecunda una canción perfecta, perfecta porque inmortaliza un momento. Cerati, canciones perfectas, motivos perfectos, frases perfectas…cómo olvidar “Gracias totales”, que eterniza hasta hoy, el último momento de El último concierto.

Ahora, retomemos un segundo a Edgar Alan Poe, el cuento es sencillo… Un hombre abrumado por los abusos de su jefe decide, desquiciado, liquidarlo de una vez. El crimen es perfecto y jamás la policía hubiese dado ni con el cadáver, ni con el asesino “si no fuera por” el “corazón delator” (¡MMM! no les cuento más, sería como ir al cine y comentar el fin de la película. No hay peor fastidio, verdad…)

Y qué es un corazón delator: “Un dulce palpito, la clave íntima, se van cayendo de mis labios”. Lo más profundo que ocultamos, callamos e incluso por desconocer nuestras propias emociones ignoramos. Poco tiempo nos queda día a día para escucharnos, sin embargo, repentinamente, como un estruendo, aquellos sentidos silenciosos se manifiestan, se rebelan/revelan gritando-nos… aquí estamos… “cayendo de mis labios”

“Por descuido, fui víctima de todo alguna vez”. Nuestro peor problema… olvidar-nos, postergar-nos, ocultar-nos, incluso desconocer-nos. Hasta que el corazón dice basta y comenzamos al fin a leer sus sonidos, a hacer lo que sentimos, a saber lo que queremos, a seguir lo que dictan los latidos. La revolución de la emoción siempre reprimida por nuestra cultura racional, que como una llave “abre mis esposas” nos libera y refleja. Y libres… dejamos de ser víctimas de una vez…

Fantástico, alucinante, vivimos buscando no sé qué allá afuera y la única verdad es aquella que emerge desde lo profundo.

Hay un corazón delator dentro de ti, dentro de mí y como cualquier sonido, sólo es preciso detenerse y agudizar el oído para comenzar a percibirlo.

Siempre hay un corazón en silencio
que puede convertirse en sonido, palabra o suspiro.
Ieiaiel

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