Tuesday, February 13, 2007

CARACOL: En zoología caracol designa un conjunto de animales invertebrados pertenecientes a los moluscos gasterópodos, tanto marinos como terrestres.


A mediados de año leíamos a Cortázar, ellas tenían miedo del tiempo, porque la burbuja del colegio pronto se rompería al egresar de cuarto medio. Yo, también tenía miedo del tiempo, no como antes, pero miedo al fin, de continuar la misma vida, de no encontrar salida o entrada a los espacios y los sentidos.

Ese día, no recuerdo precisamente cuándo, les hablé de Osvaldo, el caracol de Lucas…

LUCAS SUS LARGAS MARCHAS
(Julio Cortázar, Argentino)

Todo el mundo sabe que la Tierra está separada de los otros astros por una cantidad variable de años luz. Lo que pocos saben (en realidad, solamente yo) es que Margarita está separada de mí por una cantidad considerable de años caracol.
Al principio pensé que se trataba de años tortuga, pero he tenido que abandonar esa unidad de medida demasiado halagadora. Por poco que camine una tortuga, yo hubiera terminado por llegar a Margarita, pero en cambio Osvaldo, mi caracol preferido, no me deja la menor esperanza. Vaya a saber cuándo se inicio la marcha que lo fue distanciando imperceptiblemente de mi zapato izquierdo, luego que lo hube orientado con extrema precisión hacia el tumbo que lo llevara a Margarita. Repleto de lechuga fresca, cuidado y atendido amorosamente, su primer avance fue promisorio, y me dije esperanzadamente que antes de que el pino del patio sobrepasara la altura del tejado, los plateados cuernos de Osvaldo entrarían en el campo visual de Margarita para llevarle mi mensaje simpático; entretanto, desde aquí podía ser feliz imaginando su alegría al verlo llegar, la agitación de sus trenzas y sus brazos.
Tal vez los años luz son todos iguales, pero no los años caracol, y Osvaldo ha cesado de merecer mi confianza. No es que se detenga, pues me ha sido posible verificar por su huella argentada que prosigue su marcha y que mantiene la buena dirección, aunque esto suponga para él subir y bajar incontables paredes o atravesar íntegramente una f ábrica de fideos. Pero más me cuesta a mí comprobar esa meritoria exactitud, y dos veces he sido arrestado por guardianes enfurecidos a quienes he tenido que decir las peores mentiras puesto que la verdad me hubiera valido una lluvia de trompadas. Lo triste es que Margarita, sentada en su sillón de terciopelo rosa, me espera del otro lado de la ciudad. Si en vez de Osvaldo yo me hubiera servido de los años luz, ya tendríamos nietos; pero cuando se ama largo y dulcemente, cuando se quiere llegar al término de una paulatina esperanza, es lógico que se elijan los años caracol. Es tan difícil, después de todo, decidir cuales son las ventajas y cuales los inconvenientes de estas opciones.


Cada vez que me abruma el tiempo, recuerdo a Osvaldo y su marcha, sus años caracol. Ellas terminaron amándolo tanto como yo y al salir de cuarto medio dibujé caracoles en todas las blusas que rayé, infaltable tradición. Yo aún guardo las mías del colegio.

Pero Osvaldo es mucho más y los años caracol un leitmotiv de mi vida. Por eso abandono los años luz de Santiago, su vértigo, su caos, sus días que se evaporan, se esfuman…y de pronto son años en que el tiempo sólo consume la vida y los sueños.

Me agrada la senda del caracol, que aunque avanza lento, siempre deja una huella argentada. Su camino de plata, casi imperceptible, es sin duda, más valioso que un vuelo fugaz, que un estruendo o un luminoso destello, mucho mejor que el relámpago, el trueno o el rayo.


Caracol: Pasar despacio, dibujando…

Matías no sabe de Osvaldo, pero también ama los caracoles. Los junta en alguna caja con hojas y ramitas para que no dejen de comer. Y ahí está, ordenándolos por colores y tamaño. Jamás podré olvidar este verano y los cachitos al sol de un sin fin de Osvaldos. Porque los días de vacaciones son precisamente días caracol. Dejamos de correr y empezamos a disfrutar. Dormir mucho, comer pan amasado, caminar por la arena, construir castillos y sueños, cantar y robarnos el tiempo para estar juntos, enmendando todos los días que nos roba el año luz.

Hoy prefiero construir de este modo mi hogar en el mundo, ese hogar que se lleva y te lleva a todos lados, porque es alma, esencia, ser. Una parte y a la vez el todo. Como la casa del caracol.

Vivimos en constante lucha frente a la amenaza de la enajenación, el ritmo agitado nos priva de reflexión y terminamos desconociéndonos, olvidando quiénes éramos y hacia dónde íbamos.
Depresión, estrés, sin sentido…
Mejor pasar despacio, dibujando. Mejor vivir conectado con el alma y trazar realmente huellas de plata. Saber refugiarse en lo profundo cuando hay peligro, saber caminar, avanzar seguro, delineando el futuro.
Y bien, vamos a dar un paseo, que aún brilla el sol.
Besos mil… y un feliz día caracol.
Ieiaiel.

2 comments:

ieiaiel said...

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Anonymous said...

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