
(Imagen: Joan Brossa, Cuentos, 1986)
Si el cuento es por definición una narración breve, obviamente el microcuento es aún más breve. Y su efecto es realmente impresionante.
Tan impresionante que creo más de alguno puso en tela de juicio al célebre Naín Nómez, destacado académico y poeta nacional, cuando nos leyó a Monterroso:"El dinosaurio"(1959)
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Las características del texto: posee todos los elementos del mundo narrado: acontecimientos, narrador, personajes, tiempo y espacio...
¡Es un cuento! ¡Un microcuento! ¿Eso es un cuento?.
Y "El dinosaurio" de Augusto Monterroso, es un texto famoso. El revuelo causado en la crítica ha significado mil comentarios, ensayos e interpretaciones al respecto.
Porque en un mundo saturado de palabras, en un mundo que sabemos complejo, la búsqueda de los valores sencillos y profundos tanto como la experiencia sutil y breve se torna casi utópica o muy- demasiado imposible.
Mi conclusión al respecto es la siguiente: La fuerza del escritor- pintor no radica en la cantidad de sus palabras, sino en la fuerza de éstas, de sus efectos. Un voto más para la economía de palabras. La condensación del mensaje... decir mucho más con menos. Crear mucho más con menos.
Hoy, en mi búsqueda de lo sencillo y profundo, no sé cómo podríamos aplicar estas ideas a la vida. A la vida fast, light, hipocalórica y vertiginosa, que siempre deja con hambre y angustia.
Hay que parar al mundo, la loca rueda de la vida, salir de aquí. Hay que recuperar el realismo mágico, crearlo, imaginarlo, encontrarlo.
¡Qué hermosa imagen la de Brossa! Y para qué hablar de sus efectos...
"A ella le gusta pensar la vida como un cuento, por eso esta aquí, pintando y borrando palabras día tras día."
(Ieiaiel)
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